12.17.2011

Vértigo erótico


Les pors. La xocolata entrant pel nas i sortint per les orelles.
Un niño de juguete juega bailando dentro de tu pupila con tu clítoris intacto.
Tu clítoris está enfermo de racionalismo occidental,
pero en realidad funciona por impulsos elecromagnéticos.
                                                                                            Lo intuyes.
Solo con ingestas de alcohol logra desanudarse de los nudos marineros
            que le enseñaron a forjar en la Escuela Normal.
El cerebro te acigala,
                                       y la entraña del deseo te aprieta los senos con fuerza.

Un mordisco en la cintura, un golpe seco en los genitales, dos pinzas en cada pezón;
la pinza de madera en el clítoris deja al paso cicatrices de placer,
pero no hay mejor modo de desintegrar los principios de la razón vestida.

Una camiseta verde desgarrada. Un lametón en la planta del pie.
                                                             Y en el empeine peludo de un hombre salvaje.
Los dedos intentan arrancarte la piel. Y la piel, desarticularte el alma.
Un pene se abre paso. Los pelos del ombligo vociferan de pudor. Las ingles te acorralan.
                 Un suave gemido se vuelve descomunal entre tu boca y mi oreja.

Y al fin, Una cabeza en la playa, frente al mar, con el cuerpo enterrado,
tratando de llegar su lengua a un muslo vigoroso.
Otra cabeza, descansada, reposa sobre el respaldo y observa a la mujer que se abre de piernas, pata a pata, para ser comida de cabo a coño.
Se busca camilla de ginecólogo.
   
Un trillón de espirales bailan el bugui-bugui entre intestino grueso y intestino delgado.
Se acaban tirando, de cabeza, a la piscina, uno a uno. Se pierden.                                

A veces el miedo palpita de furor. Quiere deshacerse a sí mismo. Orgasmo emocional.
Solo hay que sacarse las horquillas que mantienen inmune el coño en su posición normal.
Enredarse el alma, caminar por las estrellas sin saber mirar abajo.
No hay vértigo mayor que el que se piensa que no puede deshacerse.